Esto cada vez va a más… Hoy es el perro de uno de los pacientes el que utiliza este espacio para escribirnos unas líneas. ¡Atentos!
MI NOMBRE ES MOU
Hola, mi nombre es Mou. Soy un perro de no sé qué raza; mi amo dice que soy un perro de contenedor. Soy marrón y blanco con mucho pelo, alegre y muy noble. A continuación os voy a contar la historia de mi vida.
Todo comenzó una fría noche de febrero, mi mamá que no la conozco gracias a sus amos. Que no sé quiénes eran, pero son unos capullos por lo que me hicieron a mí y a mis hermanos. Tuvieron la genial idea de meternos en una bolsa recién nacidos y tirarnos a un contenedor, creo que por eso dice mi amo que soy de contenedor. En el contenedor estuvimos yo y mis hermanos toda la noche llorando, muertos de hambre y de frío, y aterrados.
A medida que avanzaba la noche, el llanto de mis hermanos se fue apagando hasta el punto al que no los oía. Se fueron quedando fríos y agarrotados. Yo también, pero no podía dejar de llorar. Sabía que, si lo hacía, alguien me oiría. De pronto, justo antes de rendirme, escuché el motor de un camión. Eso sonaba como el ruido de mi salvación, y así fue. Alguien abrió la bolsa donde mis hermanos muertos y yo nos encontrábamos y me cogió con sus manos. Yo estaba muy débil y tembloroso, muerto de frío. Sentí como ese chico me acariciaba y me envolvía en su sudadera, me puso en la calefacción del camión y me llevó a su casa. Una vez allí hizo todo lo posible por que tragara un poco de leche, con una jeringa y poco a poco me fue alimentando. Al cabo de unos días, yo estaba mucho mejor. Me sentía tranquilo y a salvo.
Una mañana, se abrieron mis ojos y pude ver el rostro de ese chico que me había salvado. Era un chico joven de pelo castaño y ojos oscuros muy alegre y cariñoso con migo. Pasaron unos días y me construyó una casita de madera en el lugar donde él trabajaba: un almacén de materiales que pertenecía a su padre y a su tío. Estos eran dos hermanos muy trabajadores que solo deseaban enseñar a mi amo lo mejor, cómo ser una buena persona, a ser honesto, trabajador, un buen chico en general. Se llamaban José Luis y Rafael. José Luis, el papá de mi amo, era un hombre alto, con bigote y un poco mal humorado. Siempre estaba riñendo y discutiendo con Alberto, que no os lo había dicho, pero es el nombre de mi amo. José Luis y su hermano Rafael siempre después de cada bronca decían a Alberto que era por su bien, que solo querían que aprendiese el oficio y buenos valores. Alberto no lo entendía así. Pensaba que él ya lo sabía todo, que él lo hacía todo bien, pero se equivocaba solo era un niño con mucho que aprender.
Transcurrieron así unos años y las discusiones cada ver eran más fuertes y acaloradas. Alberto cada vez les hacía más y más pirulas. Les robaba, los insultaba, no era buen trabajador… un día, su tío Rafael lo pilló robando, se enfadó mucho con Alberto. Se sentía traicionado, decepcionado y muy rabioso. Habló con su hermano José Luis y decidieron echarlo de la empresa. Alberto, ese día, durante el paseo diario que dábamos, no paró de llorar y maldecir su suerte. Yo estoy seguro de que él no quería se así, seguro que él no es así. Algo estaba pasando en la vida de Alberto que le obligaba a ser así, a ser una mala persona que hacía daño a todos los que estaban a su alrededor, incluido a mí. Conmigo, algunos días, era frío. Dejó de pasearme y solo lo hacía cuando no estaba tomado. Además si lo hacía, no quería jugar conmigo, se limitaba a fumar porros y a llevarme lejos de la gente para que no viesen como se metía rayas. Yo no sabía qué era eso llamado droga, pero sí sabía que Alberto, cuando lo hacía, no era ese chico bueno y alegre que me salvó la vida.
Ahora me encuentro solo, pero estoy contento porque, antes de irse, Alberto me prometió que volvería a encontrarse conmigo. Me prometió que volvería a ser ese chaval cariñoso y atento que salvó mi vida. Yo sé que él podrá salvar la suya en Barcelona, que se está esforzando por hacerlo y que muy pronto volverá conmigo.